lunes, diciembre 11, 2023

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SOBRE LA CANTINELA DEL GASTO PUBLICO ARGENTINO (Por Mario Mazzitelli, Presidente del Partido Socialista Autentico)

“Todo lo que nos rodea es falso e irreal, falsa la historia que nos enseñaron, falsas las creencias económicas que nos impusieron, falsas las perspectivas mundiales que nos presentan, falsas las disyuntivas políticas que nos ofrecen, irreales las libertades que los textos aseguran”. Raúl Scalabrini Ortiz

Hace cerca de 50 años que escucho a la servidumbre del capital más concentrado (algunos los llaman economistas) hablar que todo el problema en Argentina es el enorme gasto público. La semana pasada lo volví a escuchar en la TV de aire, de boca de un ex funcionario que propuso entregarles Tierra del Fuego a los ingleses. Claro, con la finalidad de bajar el gasto público.

Gasto Público y déficit fiscal. En Argentina resulta raro unir un 3% de déficit fiscal, con un 40% de la economía en negro. Frente al contrabando en los puertos y las fronteras, la enorme producción y comercio fuera de la ley, sobrefacturaciones y subfacturaciones, menores precios en la compraventa de inmuebles (1), etc. cualquier niño diría que con solo reducir en un 8% el contrabando…..pasaríamos de déficit a superávit. Es decir, sin cobrar nuevos impuestos, con la simple voluntad de las autoridades de mejorar un poquito el control, tendríamos el problema resuelto. Sin necesidad de traicionar a la Patria entregando nuestro territorio nacional.

¿De dónde provendría este gasto excesivo y el déficit consecuente? El relato colonial nos dice que: el origen son las posturas demagógicas del populismo. El populismo sería la práctica predilecta de una minoría que, para llegar y mantenerse en el poder, hace demagogia con los más pobres; a los que les otorgaría ingresos desmedidos, jubilaciones desopilantes, subsidios en las tarifas, obras públicas con sobreprecios, corrupción, etc. De allí el déficit fiscal, la necesidad de imprimir billetes (o endeudarse para cubrirlo) Con esta práctica se desata la inflación (que según algunos de ellos es un fenómeno estrictamente monetario) Se desordena el sistema de precios, la economía pierde previsibilidad, etc. cae la inversión y el país no despega.

La servidumbre del capital más concentrado (especialmente de la oligarquía económico-financiera parásita) ya fracasó rotundamente en Argentina. Fracasó para el 90% de los argentinos. Pero fue muy exitoso para esa oligarquía fugadora serial de capitales, siempre dispuesta a servir al saqueo imperial. Es decir derrotaron el proyecto de una Argentina al servicio de las mayorías populares y construyeron otra, colonial, a la medida de sus intereses.

El problema es que su Poder Real, profundamente antidemocrático, nunca se desmantelo. Y desde ese lugar con sus usinas de ideas, universidades, medios de comunicación, etc. acicatean todo intento de transferir recursos a los sectores populares.

Sin creatividad repiten una y otra vez la misma cantinela. Para sintetizarla tomemos sus propias palabras:

  • Reducir el gasto público,
  • concentrar la acción del Estado en las funciones que le son inherentes (2),
  • destrabar el crecimiento…mediante un intenso proceso de desregulación, que permita tanto la privatización, como la descentralización, regionalización y provincialización de la actividad económica.

Se puede decir que: “creían en esto”. Lo venían intentando desde hacía décadas y finalmente lo pudieron llevar a la práctica con todo vigor, en toda su extensión y con todas las luces durante la década de 1990. Lo hicieron en democracia, con un gobierno “peronista”, con la “oposición” acompañando. Privatizaron casi todo, hasta las empresas más emblemáticas de la Patria, reformaron la Constitución incorporando en ella buena parte de su programa, etc.

Las empresas privatizadas darían muchas ventajas al país:

  • dejarían de ser una pieza de los gobiernos y los sindicatos, con las consecuentes prebendas y el gasto inútil,
  • no obligarían al Estado a su socorro permanente, fruto de su ineficiencia, ineficacia y sus pérdidas crónicas.

Por el contrario:

-permitiría modernizar los servicios, hacerlos eficientes, mejorando la productividad de la economía,

  • pagar religiosamente los impuestos garantizando el superávit fiscal y la solución a nuestros problemas “estructurales”, etc.

Además, los nuevos equilibrios macroeconómicos nos llevarían al 1° mundo, etc.

Nada de esto ocurrió. El país se desindustrializó, la economía se re-primarizó, aumentó la desocupación y la subocupación, los pobres se multiplicaron, apareció la figura de la indigencia (casi desconocida en las décadas anteriores) la deuda pública retomó el curso de su crecimiento, el parasitismo financiero siguió con sus privilegios, las empresas privatizadas dejaron de invertir y empezaron a enviar sus remesas al exterior, el privilegio “argentino” de ser los mejores alumnos del FMI se perdió durante el 2000/2001, nos cerraron el crédito, el riesgo país marchó a las nubes y ni Cavallo pudo evitar el desastre. Todo el experimento terminó en una catástrofe. Pero ellos nos siguen diciendo que quieren seguir profundizando ese camino y que la evidencia les importa un coño. Ellos defienden intereses concretos. Su relato es para la gilada.

La oligarquía económico-financiera le rapiñó al pueblo argentino los bienes que había acumulado durante décadas. Los gobiernos del pueblo, junto a la inteligencia y disciplina de personalidades como el general Enrique Mosconi, el general Manuel Sabio y muchos otros; permitieron desarrollar empresas que nos llenaron de orgullo. Cuyos dirigentes y trabajadores guardaban una conducta intachable. El amor a la Patria se materializaba en el plano concreto con empresas que nos permitían industrializar nuestros recursos. Desarrollando el país, aportando recursos al fisco y derramando bienestar a lo largo de todo el territorio. Por ejemplo YPF (yacimientos petrolíferos fiscales) era equivalente a la bandera nacional.

Nos despojaron de esta empresa y buena parte de las áreas consideradas estratégicas para el desarrollo económico. Desmantelaron el Estado. Fragmentaron los bienes naturales de la Nación provincializándolos (divide y reinarás) Hundieron a las empresas públicas que no se pudieron piratear. Nos dejaron sin medios para la defensa de nuestra soberanía, etc.

Todos los meridianos por los que transita nuestra riqueza, desde la minería hasta la pesca, fueron siendo ocupados por capitales pertenecientes a esa oligarquía (nativa y extranjera) La descripción está realizada en tantos otros materiales que no vale la pena seguir con el inventario.

El fracaso para el pueblo fue tan rotundo como previsible. Todo el diagnóstico se reducía a repetir los argumentos que se esgrimen en la sobremesa de los ricos: -que el Estado es elefantiásico, -que las deudas aunque fraudulentas, corruptas, inmorales y con intereses usurarios, hay que pagarlas, -que estos negros quieren vivir por sobre sus posibilidades, – que son haraganes, -que no quieren trabajar, etc.

El gasto público, el déficit y las consecuencias políticas.

Soy contrario a la idea que el Estado gasta. El Estado invierte. Alimentos, salud, energía, educación, transporte, comunicación, defensa, seguridad, instituciones democráticas, etc. Es inversión. También quiero aclarar que siempre entendí que para ser soberano e independiente (sobre todo de esta oligarquía económico-financiera o cualquier potencia extranjera) el Estado debe tener superávit. Ahorro para invertirlo en el momento oportuno. Invertir en áreas estratégicas. Un Estado como el argentino nunca debió endeudarse (más allá de pequeñas operaciones comerciales) Ni siquiera con los promocionados organismos de crédito internacional (FMI, BM,…) Debimos institucionalizar una nueva conducta en torno al endeudamiento. Abandonar la idiotez de decir que no es buena ni mala. La deudo-patía es mala. En adelante ni un dólar más, ni un juan más, ni nada de deuda. También debemos cambiar la Ley de Entidades Financieras (transformar el sistema en servicio público al servicio del trabajo y la producción; cuya tasa de interés siempre esté por debajo de la tasa de crecimiento) Por otra parte, tenemos que reglar perfectamente el ingreso del capital extranjero en nuestro país, aceptando el productivo y rechazando el parasitario. Hay que cambiar la Ley de Inversiones Extranjeras (No puede ser igual un empresario que trabaja, invierte y vive en Argentina; que una sociedad anónima que reporta dividendos a accionistas extranjeros). Debemos saber que nuestro desarrollo depende de la cantidad y calidad de nuestro trabajo. Para eso es necesario cambiar el sistema tributario radicalmente (el dominio primario y soberano del pueblo sobre la totalidad del territorio, debe permitir la re-apropiación de la renta de la tierra, en su sentido más amplio)

Dicho lo anterior, en adelante sigo usando la palabra en boga “gasto”.

Aclarada mi postura en general, voy al relato bien pagado de la oligarquía económico-financiera.

Las mentiras repetidas mil veces en los medios de comunicación, resultan en la construcción de una telaraña para enredarnos, saquearnos y chuparnos la sangre. Una moderna forma de colonización intelectual. He ahí la explicación de la decadencia argentina. También del déficit fiscal, la inflación, la falta de inversión, los bajos salarios, las jubilaciones y la pobreza. Es decir, la realidad es exactamente al revés del relato dominante. La mala situación de millones de compatriotas, nuestro atraso científico-tecnológico-productivo, nuestra precariedad en los sistemas sanitarios, educativos y de defensa, la carencia de servicios e infraestructura, etc. son la consecuencia de la extranjerización, la nueva colonización, el desmantelamiento del Estado y la desregulación.

Entonces, lo dominante en la Argentina es la resultante del triunfo del paleo o neoliberalismo. En todo caso durante los gobiernos populares, se cuestionó al neoliberalismo, pero no se animaron a hacer algo distinto. Entonces se contentaron con hacerlo más llevadero; aceptando que en lo estructural poco y nada podía hacerse.

Los sectores de raigambre popular, también creyeron que la etapa neoliberal había llegado a su término con el proceso anterior. Parecen ignorar que se trata de seguir debilitando el Estados Nación, hasta hacerlo desaparecer; si pudieran. Entonces, movidos por la avaricia y las ansias de poder, sin detenerse frente a las cuestiones humanas o ambientales; harán lo que se les plazca. Sin controles de ningún tipo. Así, la dictadura del Capital estaría dominando a la Democracia. De manera que su último ratio es el desmembramiento del Estado Nación, con sus calamidades consecuentes, que pagarán las mayorías populares. Por eso la lucha por la vida y la dignidad es hoy. Del presente hacia el futuro.

Ahora vamos a los datos duros sobre el gasto público.

En Argentina la unidad de medida es el peso, que no vale nada. O casi nada. Por tanto muy rápido se llega a millones o billones. Números tan grandes que nos confunden. En éste contexto nos dicen que el Estado argentino gasta mucho. ¿Será cierto?

Me pareció que lo más adecuado es compararnos con un grupo de otros países en términos relativos. En este caso elegí el G20. Sus miembros son Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía. Además, España como “invitado permanente”. Justifican el 80% del PBI mundial y por tanto son una medida válida para lo que nos proponemos.

Agrego una pregunta sencilla para aclarar: ¿El gasto de una familia es bajo o alto? Además de observar el gasto, deberíamos preguntarnos otras cosas. Por ejemplo: ¿Es una pareja sin hijos que vive en un departamento pequeño o una familia numerosa que vive en una casa amplia? Para nuestro caso entendí que debíamos comparar no solo el gasto/PBI, también el gasto por habitante y el gasto por km2 de territorio*

Para que resulten insospechados los datos tome los del FMI y otros, publicados en internet.

Sin pretensión que las mediciones resulten exactas, y hasta aceptando un buen margen de error, ya nos permiten llegar a algunas conclusiones:

1.- Qué el gasto en términos absolutos es relativamente bajo. Fruto de un PBI que no ha crecido adecuadamente en los últimos 48 años,

2.- Qué el gasto en relación al PBI no dista mucho de la media,

3.- Que el gasto por habitante o por cada Km2, es relativamente bajo.

Mejor calidad del gasto.

Nadie duda que haya que mejorar la calidad del gasto. Nadie discute que cada peso invertido por el Estado en cualquier área: seguridad, salud, educación, infraestructura, etc. tenga un mejor resultado. Eso está fuera de la discusión. Estamos todos de acuerdo. O casi todos.

El meollo del asunto es que los mismos voceros de la oligarquía económico-financiera, con todo su poder comunicacional, diagnostican que el problema argentino es el excesivo gasto. Como queda probado ese no es el problema. El drama es que, frente a un diagnóstico equivocado la terapia terminará en otro fracaso.

Todo lo fácil que la administración Macri creyó que sería resolver la inflación, el crecimiento, etc. resultó en caída del PBI, endeudamiento, fuga de capitales, etc. Tampoco la solución puede ser el “vamos viendo”, como si estuviéramos frente a un problema de gestión. Si personas, equipos, filosofías distintas a lo largo de 5 décadas fallan y fallan, no hay que buscar ahí el problema. No es ellos o nosotros. Tenemos un problema serio.

El debate queda abierto. No pretendo ser dueño de la verdad. Pero, para mí, por viejo que resulte el tema; el problema nacional es el saqueo sistémico al que es sometido el país. Repito: el problema nacional es el saqueo sistémico al que es sometido el país.

Resolver el asunto no es sencillo. Se requiere en primer lugar un plan integral que despliegue los sistemas: educativo, científico, tecnológico, productivo y comercial, junto a una acción política decidida para recuperar de manera inteligente nuestra soberanía sobre cada área estratégica para nuestro desarrollo.

Pero ese es otro tema. Por ahora nos contentamos con decir que el pervertido y oxidado argumento de que el problema argentino es el gasto público, es otra mentira. Como aquellas de las que nos hablaba Raúl Scalabrini Ortiz.

Referencias:

(1) Hace poco un martillero me dijo que en los últimos años había realizado una sola operación por el valor real de una propiedad. Escribanos mediante.

(2) Deberían aclarar que es un Estado colonial. Esto se observa claro cuando Domingo Cavallo mandó a lavar los platos a nuestros científicos. En la era de la información y el conocimiento los Estados coloniales solo se dedican a garantizar la tasa de ganancia y el saqueo; de la oligarquía parásita.

(3) PBI según datos del FMI, en miles de MD (2020). Argentina es la anteúltima de este grupo.

(4) The World Factbook 2017. Hay un desface de 3 años. No obstante sirve a la demostración que queremos hacer.

(5) Proyección según el Fondo Monetario Internacional (2022)

(6) Las mentiras no son necesariamente adulteraciones de la realidad. Basta con seleccionar un fragmento suficientemente pequeño y la generalización de la mente humana (en el fondo nunca dejamos de ser filósofos) hace que una pequeña verdad se transforme en una gigantesca mentira. El asunto de las proporciones debería constituirse en una ciencia de la información.

(7) Raúl Scalabrini Ortiz: «Una historia construida con tales aberraciones es un magnífico retablo para formar el ámbito de ese ídolo insaciable que se denomina capital extranjero. Esa historia es la mayor inhibición que pesa sobre nosotros. La reconstrucción de la historia argentina es por eso urgente, ineludible e impostergable»

  • Aunque a muchos sorprenda hay un país que tiene menos del 1% de la superficie de Argentina, menos del 20% de nuestros habitantes; y gasta casi lo mismo que Argentina. ¿Nunca nadie dice que su gasto es excesivo? ¿Será porque no quieren que descubramos la realidad?

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