Un día como hoy 10 de febrero, pero de 1824, nuestro Padre, Don José de San Martín y Matorras, partía hacia el exilio voluntario europeo, paradójicamente ese mismo año Rivadavia contrae deuda por un millón de libras esterlinas. Ingresan solo 570.000 libras esterlinascon las cuales los argentinos empezábamos nuestra orfandad.
Pocos recordamos que en un día como hoy, 10 de febrero, pero de 1824, nuestro Padre, Don José de San Martín y Matorras, partía hacia el exilio voluntario europeo, acompañado sólo por su pequeña Mercedes de siete años, un criado llamado Eusebio, y por toda su Grandeza y Gloria. El “Le Bayonnais”, será el navío que lo alejará para siempre.
Atrás dejaba un Continente liberado de las cadenas tricentenarias del oprobio y la esclavitud. Dejaba su Orgullo de Libertador. Dejaba Honores y Títulos, y se embarcaba en un viaje que no tendría retorno, hacia el ostracismo y el olvido de su pueblo.
Partía perseguido por sus enemigos, aquellos mismos que lo habían dejado sólo, en su patriada de libertar a la América del Sur. Y que en su madurez, lo perseguían como perros de presa, buscando su humillación y escarnio, culpa de haberlos despreciado. Enemigos que deseaban su muerte.
Las acciones militares de un Héroe sirven de ejemplo a su pueblo, en tanto que las acciones civiles de ese mismo Héroe, son una lección filosófica para la humanidad. Y nuestro Padre tuvo acciones militares y civiles por igual, con la misma intensidad.
Sin lugar a dudas, desde aquel día de febrero de 1824, los argentinos comenzábamos un camino de orfandad, camino que aún transitamos. Volverá en 1829, pero fue tal su vergüenza de ver cómo nos matabamos entre compatriotas, que no desembarcó, y volvió a la lejana Europa, para terminar muriendo en su exilio solitario. Los verdaderos Próceres tienen ese karma, el de morir en soledad.
La verdad, que a veces pensamos que lo hecho por el nacido en Yapeyú, tenía su lógica de ser. Quizás el ya percibía, hace casi doscientos años, que el gen, el espíritu argentino, guardaba el germen de su autodestrucción. Es por eso que prefirió ir a vivir a la vieja Europa, los años que le quedaban de vida, en su armoniosa soledad de Prócer. No quería, ni podía, vernos desangrados.
Nos dio Libertad e Independencia, sabiendo que no sabríamos ejercerlas.
Es nuestro destino de Argentinos, no haber entendido jamás su mensaje de hermandad.