No es novedad que la Armada Argentina carece de la cantidad y la calidad de los buques que supo tener durante gran parte del siglo XX hasta la llegada del neoliberalismo menemista. Con este déficit y la escasez de políticas que concienticen al pueblo argentino sobre la importancia de “La Pampa Marina”, las potencias mundiales también arrasan con el recurso ictícola nacional. (FUENTE INFOBAE/BIBLIOTECA DEL CONGRESO/PRENSA OBRERA/PROPIAS)
Desde la inversión en buques de última generación heredados de la Segunda Guerra Mundial por Juan Domingo Perón, que se aplicaron al patrullaje marítimo, como parte de los proyectos del Plan Quinquenal, hasta hoy pasaron más de 70 años y sólo queda el recuerdo.
La gloriosa Marina Mercante que era el sueño ambicioso de los estudiantes secundarios que pretendían un futuro promisorio para sus vidas y debían esforzarse para poder ingresar a la Universidad respectiva, quedó en la historia.
Mientras tanto, la depredación en el Mar Argentino es una problemática cada vez más notoria. La presencia de buques denominados “piratas” provenientes de distintos países, sobre todo China, resulta preocupante.
Esto ocurre principalmente en aguas internacionales, en el límite de la Milla 200, donde Argentina tiene jurisdicción. Allí no existe ningún tipo de regulación que ordene lo que ocurre en esa zona, eso habilita que cientos de buques pesqueros vengan desde el otro lado del mundo a pescar en esa zona.
Durante siete meses de cada año (noviembre a julio) centenares de buques, distribuidos en banderas españolas, coreanas, japonesas y mayoritariamente chinas se internan en las inmediaciones e incluso dentro de las aguas territoriales argentinas para pescar a mansalva los preciados recursos ictícolas de la región: calamar, merluza negra, langostinos, etc. Aquí tenemos el primer gran problema, la violación del período de veda.
La legislación y los expertos recomiendan que la época permitida para la captura de las mencionadas especies se debe desarrollar entre enero y junio (unos cinco meses) por la sencilla razón de permitir el margen suficiente para la reproducción y el mantenimiento de la población de los ejemplares. Por el contrario, la flota china comienza dos meses antes y finaliza su tarea un mes después de la franja de tiempo autorizado. A este ritmo, la biodiversidad del Mar Argentino corre serio riesgo de agotarse.
Para graficar la situación, Daniel Coluccio, jefe del Observatorio Marítimo Naval de Argentina, afirmó que “más allá de la milla 200 no hay control” y estos barcos aprovechan para pescar allí “lo que pueden día y noche”, por lo que consideró que “en algún momento el recurso va a disminuir”. En tanto, “muchos hablan de una ciudad flotante, pero por el ruido y las luces yo la veo más como un juego de aspiradoras dentro de una máquina gigante”, explicó otro experto pesquero argentino que pidió permanecer en el anonimato por su trabajo en el sector (Infobae, 10/1).
LA IMPUNIDAD
Los barcos chinos operan totalmente faltos de control, utilizando la técnica de arrastre cazan todo lo hay a su alrededor, generando millones de toneladas de desperdicios por especies que no eran su intención original capturar y que, para peor, muchas de ellas se suponen que deben estar protegidas por peligro de extinción (por ejemplo, delfines, tiburones, lobos marinos, pingüinos u otras variedades de peces). A su vez, cuando sus depósitos se llenan los asisten buques cargueros para traspasar lo pescado y abastecerse de combustible en altamar.
Por otro lado, las normativas internacionales obligan a que cada barco cuando está navegando debe contar con un sistema de geolocalización para ubicarlo en tiempo y lugar real. Por lógica, estos sistemas deben estar siempre “prendidos”. Sin embargo, los buques del coloso asiático casi siempre los apagan para evitar ser rastreados por el monitoreo marítimo, solo pueden ser hallados por los satélites y cometer recurrentes infracciones.
Según datos de la ONG especializada “Oceana”, basados en registros satelitales, alrededor de 433 embarcaciones con bandera china pescaron entre enero de 2018 y abril de 2021 durante 679.067 horas a lo largo de ese límite y desaparecieron de los sistemas de rastreo más de 4.000 veces (Ídem).
BASTA DE SAQUEO
Se estima que el país pierde unos 2.000 millones de dólares anuales por la rapiña ictícola en nuestro mar. Pero seríamos injustos si solo atribuimos a la República Popular China las noticias que ponen únicamente al gigante de Asia como el malo de la película, ya que solo parten de versiones interesadas por parte del Departamento de Estado de los Estados Unidos que disputa una feroz guerra comercial con los chinos. La denuncia debe ser integral y por ende también nuestra política soberana, porque por otro lado las diferentes administraciones de turno sean peronistas, kirchneristas o macristas han desmantelado nuestros astilleros, la marina mercante y puesto el comercio exterior argentino y nuestros recursos naturales en manos del capital financiero internacional y de las grandes corporaciones inglesas, norteamericanas, etc.
Para dimensionar la gravedad del asunto, muchos analistas desde hace décadas señalan que, con pronósticos cada vez más catastróficos sobre la viabilidad del planeta a raíz del cambio climático, en el Atlántico Sur se hallan cuantiosas reservas alimentarias para el futuro de la humanidad. Por eso la importancia de que salgamos en su defensa estratégica frente a la depredación de un régimen social capitalista en decadencia, tarea que desde luego solo la haremos los trabajadores organizados y gobernando, o sea, tomando el futuro en nuestras manos.