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El 13 de octubre del 45, después de forzar la renuncia de Perón a sus cargos, algunos creyeron que con su prisión en la isla Martín García mataban al perro y se terminaba la rabia que, para ellos, era el pueblo trabajador al que Perón había empoderado. ¡Cómo se equivocaron! La historia recién estaba empezando. Con la revolución popular del 17 de octubre ese pueblo trabajador escribiría una de sus páginas más gloriosas. Ni el embajador de EE.UU., ni los sectores antipopulares de las fuerzas armadas, ni la oligarquía, pudieron detener la marea popular.
El 16 de junio del 55, con el bombardeo a Plaza de Mayo (masacre a la población civil incluida) creyeron que matarían a Perón y, con él, al subsuelo de la Patria sublevado. No pudieron. Dieron el golpe el 16 de septiembre, forzaron el exilio de Perón, reprimieron y proscribieron al movimiento.
Durante 18 años el movimiento popular, los trabajadores, resistieron. Durante 18 años, en el exilio y no exento de traiciones, Perón mantuvo su liderazgo, porque la voluntad popular no se cambia por decreto. Ni con fallos judiciales. Perón volvió. El peronismo vive en el pueblo.
Algunos se resignaron a esperar la muerte del líder. Pero Perón había sembrado en el pueblo. Y volvieron a creer que, con el golpe del 76, nos matarían como movimiento, junto con los 30.000. No se puede, señores., mientras ejercen la opresión, matar a los oprimidos que uds mismos crean.
Los militares, usados y luego arrojados al basurero de la historia, se sentían cubiertos de impunidad al amparo de los poderes que, desde los confines de la historia, se creen dueños del país que el peronismo se propuso poner en manos de sus genuinos propietarios.
Fueron capaces de las más atroces aberraciones. La Madres nunca dejaron de marchar. Fueron condenados. Y no hubo indulto, ni obediencia debida ni punto final. El peronismo, al que llamaron kirchnerismo, seguía vivo y fue resignificado. Y Videla murió en el inodoro de un calabozo.
La última palabra la tendrá el pueblo. Porque la historia, siempre, se ha escrito al compás de la lucha. Y nosotros los peronistas sabemos muy bien que hay una sola cosa invencible en la tierra: la voluntad de los pueblos.